Fracaso escolar, abandono educativo, repetidores…

Constituye un problema tangible y no deseado en nuestro país que preocupa a legos y a expertos: el fracaso escolar, el abandono educativo, los repetidores. Sobre las causas se dan múltiples debates y no menos numerosas investigaciones. Profesores, maestros, padres, profesionales de la pedagogía y de la psicología, orientadores, leyes educativas que enmarcan el programa de actuaciones, el anhelo  y el derecho a la educación sin diferencia ya sea por las condiciones personales del menor, familiares o sociales, la plena integración o con un paso más hacia adelante la inclusión. No obstante todos los recursos empleados y aun contando con el mejor hacer de todo el entramado encontramos los preocupantes resultados en nuestra población infanto juvenil y con alta probabilidad el arrastre entre el lodo de diamantes en bruto.

 

Es importante una detección temprana de las posibles dificultades que nuestros menores puedan presentar y si se puede llevar a cabo antes de los tres años todavía más positivo y facilitador.

 

Sería idóneo promover la interconexión en todos los ámbitos del menor persiguiendo la educación inclusiva, percibiendo la diversidad como oportunidad y alcanzar la excelencia educativa.

 

Detectar tempranamente los problemas que dificultan el aprendizaje y desarrollo

Los datos en la actualidad sobre menores que presentan una minusvalía de origen orgánico, sensorial o intelectual  son alrededor del 15% y se conoce la actuación más conveniente que llevar a cabo. Sobre algo más del 30% de los menores realizan su período de escolarización con buen provecho. Y queda un amplísima franja de alumnado del casi 60%, variando su intensidad de dificultades, que permanece en plena batalla con el sistema educativo, abandonando en muchos casos la pelea y saliendo de escena sin saber exactamente qué ha sucedido más allá de los manidos “no es bueno para los libros”, “es muy vago”, “no hace caso de nada”,  “sólo se mete en líos”, “no pone interés”, “es torpe”…Una detección temprana habría dado respuesta y facilitado su desarrollo en el aprendizaje a este amplio sector, siendo sus beneficios extensibles a todas las facetas del menor.

 

No todos los casos presentarán el mismo grado de complejidad pero el primer paso es “saber para poder hacer”, cuando se conoce se decide y se puede enfrentar.

 

En el presente contamos con buenos profesionales de la pedagogía, psicología educativa y del desarrollo, psicopedagogía (orientadores), que junto con maestros, profesores, tutores y otros especialistas (PT, logopedas…), intentan realizar su mejor quehacer  con el fin que los menores logren maximizarse. Ahora bien se topan  con realidades empezando por excesivo ratio de alumnado, siguiendo porque las válidas pruebas psicológicas tienen la función principal de evaluación técnica para diagnóstico y tratamiento y deben realizarlas profesionales específicos. No es viable para un pedagogo, psicólogo, psicopedagogo, hacer pases de pruebas psicológicas ni por tiempo, ni por coste para obtener una detección temprana “masiva”.

Pongamos un ejemplo práctico, no exhaustivo ni matemático, sino aproximado, de explorar cincuenta niños en la etapa de Infantil-Primaria, edades más idóneas para una detección temprana, si llevamos a cabo un pase de pruebas específicas de Adaptación-Conducta, Lecto-Escritura, Inteligencia-Desarrollo, Aptitudes Escolares-Infantiles, Neuropsicológica, necesitaríamos una media de 180 horas para realizarlas y un coste sobre 1000 €, sin contar el tiempo de corrección ni de elaboración de informes ni de comunicación con los progenitores.

Existen múltiples dificultades que aunque sean leves, ya sean del desarrollo, del habla, fisiológicas, otras en el campo de la lecto-escritura, además de la dislexia, la desgracia mucho más conocidas, que si no son detectadas y tienen una intervención, además obviamente de las emocionales y sociales-familiares, conducen a la baja autoestima del menor, al sentirse desmotivado, desubicado, excluido y sin objetivos que conquistar, con la conclusión del abandono.

En el momento presente contamos con un programa como díde  que permite realizar una tarea de detección sencilla y rápida, además con bajo coste en un porcentaje poblacional grande que lamentablemente con los recursos actuales no se puede llevar a cabo aunque los profesionales pongan su mejor voluntad.

 

Su capacidad extensa de detección  puede ayudar a que se intervenga con “los olvidados aparcados”, que se definan las dificultades específicas de muchos o que se alcance diagnósticos en aquellos que realmente los tienen como que se corrijan los que han sido diagnosticados falsamente.

 

¿Qué ofrece díde en su diversidad?

  1. Su humildad fructífera y no cientificista, aunque corroborable de forma empírica con su aplicación, visto y considerado, que hoy como hoy, es un instrumento de preevaluación y de seguimiento, incluyéndose en casos la postevaluación.
  2. Su extensión, que aunque en el presente no sea masiva, sí puede ser global, abarcando más allá de los métodos tradicionales de detección tanto en número de criaturas como de indicadores, posibilitando el poner atención en los ignorados, y en la discriminación adecuada de falsos positivos así como de falsos negativos y de evidenciar las comorbilidades.
  3. Facilitar sin interferencias la intervención de los diversos profesionales y agentes intervinientes en el “crecimiento para la vida” del menor sea cual sea su condición.
  4. Promover la implicación y comunicación de forma sencilla y factible entre los principales ámbitos vitales del menor (escolar, social, familiar, personal).
  5. Ofrece informes y pautas orientadores a bajo coste y a partir de los cuales es más sencillo realizar o no acciones y medidas.
  6. Es un instrumento vivo y en evolución, sigue el desarrollo evolutivo del infante y de los cambios sociales, tecnológicos, con una propuesta de validación de la herramienta de campo.
  7. Plurilingüe sin coste añadido.
  8. El menor no interviene directamente en la prueba y con un sistema cómodo a través de cuestionarios en el ordenador (pueden ser en papel) elaborados con lenguaje comprensible y sencillo, sin tecnicismos, pueden participar en la observación activa del menor un número elevado de personas de su entorno, ya sea familiar, escolar, social, sanitario, obteniendo una convergencia de datos reflejados en gráficas y con informe.
  9. En ningún momento díde pretende sustituir a pruebas validadas y específicas psicológicas, sino por el contrario facilitar en caso que así emergiera con indicadores redirigir al menor hacia el especialista y con las pruebas técnicas y concretas que él considerase convenientes.
  10. En los 35 indicadores del programa díde, con inicio desde los dos años hasta dieciocho, se marcan señales en el campo del desarrollo, del aprendizaje, de la conducta, de la interacción social en todos los ámbitos del menor, de trastornos de alimentación, de adicción, de acoso en sus diversas formas, de dificultades fisiológicas, de atención, de memoria, de lenguaje…

 

díde es mucho más que un buen programa de detección temprana y una herramienta de facilitación, es un medio para que la diversidad sea una oportunidad, y como ya se está verificando, una interacción entre todos los participantes y así se refleja en el #efectodíde.

 

                                                                                               NECESITO UNA DEMO 

mariposa efecto díde

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