El TDAH es un trastorno de origen biológico que afecta generalmente a la capacidad del niño, adolescente o adulto para prestar atención a las acciones que realiza, regular su nivel de actividad e inhibir o frenar sus pensamientos o sus comportamientos. La desatención, la hiperactividad y la impulsividad se consideran los síntomas centrales del TDAH.

El TDAH no es un nuevo término, para muchos fue descrito por primera vez por el médico alemán Hoffman en el cuento infantil Der Struwwelpeter. Ya en 1902, el pediatra británico Still fue quien en un artículo publicado en la revista “The Lancet”, describió a un grupo de 20 niños con síntomas similares a lo que hoy en día se diagnosticaría como TDAH.

El trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad es un trastorno del neurodesarrollo, resultado de una variación en el crecimiento y desarrollo del cerebro. Junto con otros trastornos del espectro autista (TEA) se engloba dentro de los trastornos del neurodesarrollo que no tienen una causa específica identificada. Cuidado, que sea una variación producida a nivel cerebral no permite afirmar que el TDAH está originado únicamente por factores genéticos sino que otros factores ambientales o sociales también confluyen y determinan su evolución.

Los síntomas asociados al TDAH varían según la edad, el tipo de diagnóstico (con Impulsividad, Hiperactividad o Combinado) y el desarrollo de la persona. Con todo, podríamos destacar entre los más frecuentes:

  • conducta inatenta o impulsiva;

  • baja tolerancia a la frustración;

  • autoritarismo;

  • insistencia excesiva y frecuente para satisfacer sus peticiones;

  • labilidad emocional y

  • problemas de baja o alta autoestima.

Tales características hacen que los niños o adolescentes que lo padecen, se sientan vulnerables y no entiendan o puedan comprender sus propias reacciones o comportamientos.

En esta situación es normal que las áreas más importantes de la vida de estos niños y niñas se vean afectadas, más aún, si no hay conocimiento del diagnóstico y no hay posibilidad de intervención o actuación al respecto.

Mientras los ‘buenos estudiantes aprenden los detalles de la fotosíntesis, los chicos con TDAH miran por la ventana preguntándose si funcionará en un día nublado.

Como decíamos las áreas más significativas de la vida del niño se pueden ver influidas y es importante que actuemos preventivamente para minimizar riesgos y vulnerabilidad. Muestra de ello es un estudio de Barkley en el que estima que aproximadamente un 30% de los niños diagnosticados con TDAH presentan también algún otro trastorno del aprendizaje. Este hecho supone un reto y un esfuerzo muy grande que debe aunar a los profesionales educativos y familias, con un objetivo común: que los niños y niñas con TDAH concluyan con éxito tanto a nivel académico como personal la etapa escolar y formativa de su vida.

Con este objetivo muchos profesionales apuestan en la actualidad por enfoques multifactoriales de prevención e intervención, haciendo especial hincapié en la detección temprana. Creemos que esto debe ir ligado al desarrollo de habilidades y fortalezas, no sólo del menor en cuestión, sino también dotar a su entorno (como profesorado o  familiares) del conocimiento y herramientas necesarias. Así, la detección se realiza en colaboración con las personas que más conocen al niño.

Una vez detectado el problema se pueden aplicar pautas que facilitarán la convivencia, por ejemplo:

Pautas para familias:

  • El padre/madre debe servir como ejemplo para su hijo/a. Los niños/as se nutrirán de la observación e imitación de conductas reflexivas en situaciones de resolución de problemas.                                                                                                                                         

  • Utilizar conductas positivas en presencia del niño/a, evitando mostrar conductas que creen un ambiente estresante. Por ejemplo, la utilización de refuerzo positivo: dar puntos por buen comportamiento…                                                                                             

  • Intentar no dar demasiadas órdenes a la vez, no gritar, no alterarse en presencia del niño/a.                                                                                                                                                        

  • Prever situaciones de riesgo, instaurar unos límites claros y coherentes.

Pautas para profesores:

  • Concretar las normas de la clase para los alumnos/as. El alumno/a deberá conocer las normas, y las conductas aceptables en el entorno escolar. Las reglas deberán ser iguales para todo el grupo, y no específicas para el niño/a.

Pautas para maestros de apoyo:

  • Disminuir la hiperactividad motriz. Entrenar técnicas relajación, toma de conciencia de función respiratoria, enseñar a evitar situaciones que le generan nervios, adaptar la exigencia de autocontrol a las capacidades del alumno/a.

Los niños  y niñas con este diagnóstico tienen mucho de lo que podemos aprender, su forma de ser y hacer en el mundo es muy valiosa y desde GRUPO VS no queremos que sus potencialidades y desarrollo se vean afectados. Es por ello por lo que queremos acabar con una cita de Lara Hons-Webb quien realiza una mirada en positivo de lo que supone tener un alumno diagnosticado con TDAH en el aula y con ello visualizar lo mucho que pueden aportarnos, tanto a los profesionales de la educación, como a sus compañeros y a sus familias.

Eva Campos
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